jueves, 5 de junio de 2014

EL tú, tú de mis tardes





Me invitaste a bailar (y yo descalza).
Salimos, ya no sé ni por qué puerta,
dando pasos de ciego.
“Tú déjate llevar, verás que fácil”.
Y sin coreografía, sin ensayos,
dibujamos un vals sobre la vida
–alegre vals de locos y felices–.
No parar de reír pisando piedras,
de puntillas al sol burlar la muerte
y no temer a tanta cuerda floja.
Yo no sé en qué momento
decidiste soltarme de la mano.
Te fuiste y me dejaste dando tumbos
(una peonza huérfana de hilo).
Hoy soy la bailarina de la caja
a la que diste cuerda para un rato
y aún gira en la corteza de tu ausencia
desgastando su danza sin sentido.

(Recitado)

Marineros




A mi querido Dana, compañero en la mar de la poesía.


Aunque tu mar sea otro
y otro el puerto refugio donde se anclan tus días;
aunque tus aparejos faenen otras aguas
y navegues tan lejos de mi piélago,
también estás aquí,
en el contorno breve de mi barca
cuando se alza desnuda ante el levante
vacía y temblorosa.
Estás en la confusa travesía
como el faro inminente
que surge al esquivar los arrecifes.
Y estás en ese fondo que ambicionan mis redes
para enredar sus hilos de alegría
cuando la pesca es pobre.

Y cuando vengan días de oscuros temporales
en que la mar reniegue de esta nauta
y me empuje con olas de silencio
a mi triste ensenada,
sé que estarás también en esa orilla,
marinero incansable de mi vida,
remendando la pena de mis jarcias.


(Recitado)
https://www.youtube.com/watch?v=RXyEsc8B1zk&feature=share

jueves, 22 de mayo de 2014

Anónima



Últimamente pienso que moriré de pronto,
en medio de un asunto intranscendente
como ojear camisas en un saldo
o elegir las verduras,
y sé que al descubrir en el pasillo
(entre la coliflor y las naranjas)
mi carne sin latido, nadie verá una seña
del llanto acumulado con los años.
Y estoy casi segura
de que cuando el forense
haga sobre mi pecho su incisión más precisa,
no saldrán mariposas de mi centro,
no sonarán las liras desde el fondo,
ni hallará, camuflado en mi simpleza
un corazón distinto,
más perfecto o más grande.
Nada habrá que le cuente de este dolor que tengo,
nada, ni tan siquiera
 una gota minúscula de tinta
mezclada con mi sangre
revelará en su informe minucioso
mi muerte de poeta.


viernes, 16 de mayo de 2014

Página en blanco




Esta página espera así,
igual que el agua quieta en la laguna
ante el muchacho armado de una piedra,
ese breve contacto, esas figuras,
que romperán su paz por un instante.
Después, cuando el temblor sea  recuerdo,
perdurará su peso en lo más hondo.

jueves, 15 de mayo de 2014

Paseo Pereda




Aquí me tienes hoy,
gata en celo que surca tus tejados.
Las olas que humedecen balaustradas
me salpican los dedos.
Voy arriba y abajo por la calle
de luz intensa y tuya
mientras persigo entre los adoquines
ese rastro de aromas que dejaste.
Aquí, sobre este banco de sol tibio,
se le cayó a tu boca algún silencio
–aún retozan en él alas de ángel–.
Y este color henchido de lavandas
tuvo que florecer sobre tus ojos.
Sí, me parece verte allá a lo lejos
reír en las buhardillas,
mientras dejas caer sobre mi pecho
gorrïones ardientes de tus labios.
Quiero trepar, huir hasta tu cuerpo,
enmarañar mi piel entre tus manos,
pero me quedo aquí, gata a la sombra
de este jardín que vibra como agosto.


miércoles, 14 de mayo de 2014

Concierto matinal



Basta abrir la ventana, para que el leve roce
de la primera luz sobre sus alas
incendie de silbidos mis estancias;
de nuevo el diminuto ilusionista
despliega su milagro.
Cuánta grata alegría su voz contra el silencio,
qué sincero regalo
el trote del sonido en la mañana,
qué presagio vital para mi esencia.
Y a pesar de que inflama mis latidos
no canta para mí, ni por mi goce.
Aún en la distancia resuena su armonía,
ya sin nadie que atienda a tal concierto,
sin público que aplauda, sin laureles.
Jaula de soledad, vigor inquieto,
quién sabe qué verdad hay en tu canto.



martes, 13 de mayo de 2014

Isla adentro






Si fueras tú la isla
que frente a mí se me alza constante e inaccesible
y si existiese en ti la misma orilla,
hostil paraje de arrecife y cardos,
si  ascendieses los días de tormenta
y amansara tu sombra la sombra de los pecios,
si escondieses también en tu soberbia
la soledad de quien se aflige solo;
si fuese el mar ensueño de tu llanto
y el salitre coral de tu silencio,
y si estuviera en ti tan hondamente
sumergido el fulgor,
no temería abandonar mi playa,
me echaría a nadar delirio adentro
donde tu luz creciera y me anegase.