lunes, 21 de abril de 2008

Palabras inútiles

“Este inútil trabajo de quererte
que tú no necesitas”
Luis Cernuda.
.
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No lo supiste nunca, estabas ciego
de la infinita noche del poeta,
vestías tu paisaje nemoroso
de una tristeza pálida y remota.
Para acallar mis ojos que eran tuyos
urdías soledades con palabras
oscuras y tenaces.
Yo en cambio vi la luz venir de lejos,
una inquietante luz que me hizo nueva,
más llena, más de ti, más flor de carne.
Bastaba con sentir que estaba vivo,
que el amor era el borde de tus manos
descifrando mi nuca,
y escribiste que el tiempo se escapaba
sin merecer la pena…
Lo perdimos
en un clamor de trenes sin salida,
como lo pierden todos los cobardes.
Nos merecimos esta torpe muerte.
Qué inútil cultivar una esperanza
sobre el cadáver de una tierra yerma.

jueves, 10 de abril de 2008

Esto no es un adiós


¿Serás, amor
un largo adiós que no se acaba?

P. Salinas




Yo sé que no me diste una promesa,
ni un perro guía para mi ceguera,
ni un espejo guardián de la memoria.
Sé que me viste a ratos
con los ojos profundos de un abismo
cuando tu corazón era un incendio intenso
y yo tan sólo un cuerpo
en busca de refugio
y estaba prohibido amarme
como si fuese una mujer o un alma libre.

Para entender mis horas de tinieblas
te faltó desmantelar mi sangre
y encontrarme preguntas
que sólo me llenaste de silencios.

Yo, que sólo era estar para tus manos
como un árbol inmóvil
que brindaba el apoyo de sus ramas,
ahora por fin desprovista de pájaros
he comenzado a andar sin tropezarme.

Y lo que más lamento
es no tener razón para culparte
que esto no sea un adiós…y lo parezca.

Poemiércoles de cenizo

Me levanté temprano para verte,
y sabes cómo adoro dedicar mucho tiempo
a explorar los jardines de Morfeo.
Pero ansiaba decirte algunas cosas
que no tienen espera.
Me salté el desayuno y el espejo;
no te moleste pues mi desaliño:
se debió a tanta urgencia.
Trepé la verja y me enganché el vestido
-por eso voy así medio desnuda
del alma para abajo-
dejando al descubierto arañazos antiguos.
Que no te duelan
pues son de un tiempo oscuro
en que tú no eras gato de mis sueños.
Se me rompió el tacón saltando un charco
(parezco más pequeña que otros días),
y luego no arrancaban mis zapatos...
¡En fin!, que ha sido toda una odisea
llegar hasta tu vida hecha un desastre
para escuchar por voz de la portera
que te mudaste a un cuerpo más lujoso.